¿POR QUÉ SE MIENTE?


Para ocultar al otro algo que no queremos que sepa, pero también por conveniencia, diplomacia, para dar una buena primera impresión o para evitar explicaciones innecesarias y engorrosas. Incluso parece que mentir es esencial para nuestra supervivencia social y para tener un desarrollo cognitivo sano: los niños comienzan a mentir entre los dos y tres años, a veces alentados por sus padres que les animan a tener comportamientos como parte de la adaptación al entorno social. Niños y adultos pueden mentir también para evitar ser castigados por su comportamiento o para impresionar a otros sobre acciones que no han realizado.

Algunos estudios han demostrado que los niños de 4 años mienten al menos una vez cada dos horas, y los de 6 mienten aproximadamente cada 90 minutos. A partir de los 7 años, el niño asimila el hecho de que tiene pensamientos secretos que no necesitan ser revelados, y aprende a poner falsas caras o a expresar falsas emociones para hacer creíble su mentira.

Robert Feldman, profesor de Psicología de la Universidad de Massachusetts, mostró con qué facilidad nuestras conversaciones más casuales están plagadas de verdades incompletas. Para ello, pidió a dos desconocidos que sostuvieran una conversación informal durante 10 minutos y que después escucharan la grabación. Los participantes manifestaron que habían sido completamente sinceros en la conversación, pero quedaron asombrados al ver cuánto podían mentir en apenas 10 minutos: el 60% mintió en al menos una ocasión y había un promedio de casi tres declaraciones intencionalmente falsas.
20 motivos por los que mentimos

David Livingstone, de la Universidad de Nueva Inglaterra (EE.UU.), resume que “mentimos de forma espontánea igual que respiramos o sudamos”. Y recuerda que el ser humano es el único animal capaz de engañarse a sí mismo, pues mentir tiene sus ventajas.

¿Por qué miente la gente? Algunas de las razones más comunes (e incluso razonables) para mentir son:

# 1.- Para quedar bien o para excusarse.

# 2.- Para obtener lo que quiere.

# 3.- Para no perder ciertos derechos.

# 4.- Para dar una mejor imagen de sí mismo.

# 5.- Para ganar respeto en un grupo nuevo.

# 6.- Para ser tratado de manera diferente.

# 7.- Para no ser rechazado o castigado.

# 8.- Para influir en la percepción que alguien tiene sobre nosotros y cuya atención deseamos o queremos evadir.

# 9.- Para dar mejor imagen de nosotros mismos (hombres) o para hacer a la otra persona sentirse mejor (mujeres).

# 10.- Para defender nuestra autoestima (los extrovertidos mienten más que los introvertidos).

# 11.- Proteger nuestra intimidad o la de otras personas, para resolver situaciones incómodas utilizando el ‘tacto’, o simplemente para quedar bien.

# 12.- Para escabullirnos ante una respuesta que desconocemos y librarnos de la vergüenza de reconocerlo.

# 13.- Para ahorrar o ganar tiempo o dinero.

# 14.- Para postergar decisiones.

# 15.- Para no lastimar los sentimientos de otros y no hacerlos sufrir con la verdad.

# 16.- Para sentirnos mejor sobre nosotros mismos.

# 17.- Para dar una buena impresión ante el otro.

# 18.- Para hacer que luzca más un currículo.

# 19.- Por no saber reconocer ciertos tipos de verdades (como las científicas o las paradojas matemáticas).

# 20.- Para salir rápidamente de un problema.

Confesar la mentira

Aldous Huxley lo resumió muy bien: “Una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante”. Por eso los engaños nos suelen acompañar en nuestra vida pública y privada.

El catedrático de Psicobiología Martínez Selva señala dos tipos de mentirosos: el fabulador y el sinvergüenza. “El fabulador es alguien acostumbrado a contar mentiras a lo grande y en todos los ámbitos: se reinventa aunque lo hayan descubierto antes; el sinvergüenza intenta lograr una ventaja para alcanzar un objetivo que no puede conseguir o que no tiene la seguridad de lograrlo”.


Pero mentir es un acto consciente, aunque no todo el mundo es capaz de hacerlo. El filósofo Alexander Pope aseguraba que “el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. O sea, para mentir hay que tener memoria; si no, la mentira se acaba volviendo en tu contra… Y no todo el mundo es capaz de sobrellevar el peso de la culpa, por lo que al final uno se ve obligado a confesar.

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