El buen maestro.
Freud alertó a los educadores contra la tentación de encarnar el Ideal o de buscar que los educandos adopten su propio ideal, a partir de la consideración del ideal como resorte de la ilusión. Una educación al servicio de la ilusión, favorece la prohibición de pensar.
Un buen maestro no se cree un Maestro: no intenta que el alumno lo admire o lo reverencie; ha renunciado a la ilusión de deslumbramiento, que es una ilusión de inmortalidad, de potencia y de gloria. Si el que enseña se instala en el lugar del Saber, no se cuestiona, no indaga, sólo afirma y asegura saber todo?
La acumulación de conocimientos no tiene que ver con la sabiduría, no implica saber alguno. Sólo se trata de una suma de información que con suerte, llega a atrapar al sujeto en una concepción del mundo, en una ideología que sólo conduce a la Verdad Absoluta.
El anhelo de encarnar el Ideal no es fácilmente reconocible para el que está en posición de enseñante; no siempre un maestro puede evitar el entrampamiento imaginario en que lo colocan sus discípulos ya que la posibilidad de correrse de la función atribuida, no es una virtud que abunda.
Como punto final, quedarán resonando las palabras de Freud, palabras que marcan un límite en la relación con aquél que está en posición de alumno: "No busquemos edificar su destino ni inculcarle nuestros ideales, ni tampoco modelarlo a nuestra imagen con el orgullo de los creadores."
Un buen maestro no se cree un Maestro: no intenta que el alumno lo admire o lo reverencie; ha renunciado a la ilusión de deslumbramiento, que es una ilusión de inmortalidad, de potencia y de gloria. Si el que enseña se instala en el lugar del Saber, no se cuestiona, no indaga, sólo afirma y asegura saber todo?
La acumulación de conocimientos no tiene que ver con la sabiduría, no implica saber alguno. Sólo se trata de una suma de información que con suerte, llega a atrapar al sujeto en una concepción del mundo, en una ideología que sólo conduce a la Verdad Absoluta.
El anhelo de encarnar el Ideal no es fácilmente reconocible para el que está en posición de enseñante; no siempre un maestro puede evitar el entrampamiento imaginario en que lo colocan sus discípulos ya que la posibilidad de correrse de la función atribuida, no es una virtud que abunda.
Como punto final, quedarán resonando las palabras de Freud, palabras que marcan un límite en la relación con aquél que está en posición de alumno: "No busquemos edificar su destino ni inculcarle nuestros ideales, ni tampoco modelarlo a nuestra imagen con el orgullo de los creadores."
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